Desde la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de Argentina el día a día de los ciudadanos ha cambiado, sin duda.
Más de 40 millones de habitantes tienen una opinión formada que se condimenta con la experiencia individual al salir al supermercado, pagar el aumento de un servicio o disminuir sus consumos en ocio y entretenimiento.
Todo viene envuelto en la serie de medidas, ciertamente impopulares, pero necesarias, según algunos expertos, que Macri tuvo que tomar desde su ascensión al gobierno.
Y si bien es cierto que la mayoría de los argentinos ha debido recortar sus gastos debido a la inflación y los llamados “tarifazos”, también es verdad que existen diferentes ópticas respecto a la necesidad de aplicar ciertas decisiones económicas.
Para algunos, Macri “sólo gobierna para los ricos y nada va a mejorar”. Para otros, las medidas son necesarias y dolorosas pero terminarán por mejorar la situación del país austral.
No es tan sencillo entonces saber qué piensan los argentinos de Mauricio Macri y si ese juicio no está nublado por las circunstancias personales de cada quien.
En ese sentido, las encuestas sólo constituyen una fotografía de cada momento, aunque siempre reflejan percepciones interesantes.
Pero antes de analizar las encuestas del pasado y las más recientes, conviene recordar cuáles son las medidas que han causado tanta polémica, descontento y una caída en la popularidad del mandatario.
Las polémicas medidas
Al cumplir dos años en el gobierno Mauricio Macri celebró con una victoria en las elecciones legislativas de octubre de 2017.
41% de votos obtuvo el oficialismo en aquellos comicios y significaron un fuerte respaldo a la gestión presidencial.
Fue la oportunidad para emitir una serie de medidas, más que todo reformas, que no han sido todavía fáciles de aceptar.
Las reformas conforman un programa económico a gran escala y abarcan las áreas laboral, tributaria y previsional.
Reducir costos empresariales y ajustar las condiciones de trabajo es parte del objetivo de las reformas laboral y tributaria.
En estas reformas uno de los aspectos álgidos es la indemnización por despido, la cual se calculará sobre el monto básico de la remuneración y no sobre el ingreso habitual del trabajador.
Igualmente, otro punto que ha generado descontento es la extensión de la jornada laboral hasta 10 horas, cuando en la actualidad es de 8. Pero además, no se contempla el pago de horas extra.
No obstante, se establece un fondo de horas que obliga al patrono a compensar las horas adicionales trabajadas.
En materia tributaria uno de los asuntos más impopulares es la reducción de aportes patronales a la seguridad social para financiar jubilaciones.
Entretanto, la reforma previsional plantea reducir el gasto en jubilaciones para compensar los menores ingresos fiscales derivados de las otras reformas.
Muchos críticos destacan aquí la pérdida de ingresos que sufrirá el organismo encargado de pagar las jubilaciones y pensiones por la merma de aportes patronales.
Esto haría que los jubilados recibieran 150 mil millones de pesos menos, si se incluye el monto que tampoco se cancelaría por concepto de pensiones.
Las consecuencias de esta reforma fueron las protestas sociales que dejaron como saldo cientos de personas heridas y detenidas durante la discusión parlamentaria de la reforma jubilatoria.
Grandes movilizaciones se produjeron primero en diciembre de 2017 y luego el 21 de febrero del 2018, cuando el ambiente se enardeció con una evidencia de fuerza enmarcada en la pugna personal entre quien fuera el jefe de la vigorosa Confederación General del Trabajo (CGT), Hugo Moyano, y el presidente Macri.
Miles de personas inundaron la avenida 9 de Julio, principal arteria de Buenos Aires, aunque el sector más combativo del peronismo, representado por Moyano, no lució tan poderoso en medio de las divisiones internas.
Antes de las reformas
Ya para agosto del año 2016, antes de las reformas, las conclusiones de una encuesta realizada por la consultora Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) y publicadas por el diario Página 12, establecían que 7 de 10 personas pensaban que la situación económica de Argentina era negativa y se habían visto obligados a «recortar gastos».
Se trató de un estudio sobre un total de 1200 consultas telefónicas en todo el país, clasificadas por edad, sexo y nivel económico.
Pero la misma encuesta arrojaba también que a pesar de los argumentos mencionados «hay un sector que tiene expectativas, que cree que habrá mejoras», indicaba el titular del CEOP, Roberto Bacman.
Entre otros resultados de aquel estudio destacaban una “apreciable” caída en el consumo de la carne, la mengua al menos del 10 por ciento en las ventas de los supermercados y una rebaja de entre el 20 y 25 por ciento de las reservas para las vacaciones de invierno en destinos habituales.
La encuesta nacional resumía que entre las principales preocupaciones de los argentinos estaban «la inflación y la economía«.
Más encuestas
En enero del 2017, otro estudio, esta vez realizado por la consultora Polldata, para el diario Perfil, explicaba que un 63% de los argentinos consideraban que Mauricio Macri no había cumplido con sus promesas de campaña
Concretamente, un 45% eligió la opción de “pocas” promesas cumplidas, y otro 18% prefirió decir que Macri no cumplió con “ninguna”.
Pero la misma encuesta arrojaba resultados interesantes.
Respecto a la situación económica argentina, el 47,8% de los encuestados creía en aquel momento que estaría “algo o mucho mejor en los próximos meses”.
Un 13,8 % afirmaba que la situación estaría igual en los meses por venir, y el 36,5% consideraba que estaría “algo o mucho peor”.
Los números de este año
Pero las cosas no cambiaron mucho para Macri en enero de 2018. En realidad, empeoraron.
Los números registraron a principios de año una caída de 14 puntos después de la aprobación de su reforma previsional de diciembre y a dos meses de las elecciones de octubre.
Un sondeo llevado a cabo por la Universidad de San Andrés reveló que la aceptación general con respecto al mandatario giró del 53 por ciento en octubre de 2017 al 39 por ciento en enero.
Mientras tanto, la insatisfacción de la sociedad llegó al 59 por ciento, con un 27 por ciento que expresó sentirse “muy insatisfecho” y un 32 por ciento solo “insatisfecho”.
El concluyente desplome se atribuye a las reformas aplicadas, sobre todo la previsional, que forjaron un mayor descontento en la sociedad, lo que afectó la imagen presidencial.
Algunas cifras lo expresan de modo contundente. Por ejemplo, la polémica reforma previsional que disminuye los beneficios a los jubilados, acumula un 61 por ciento de rechazo y solo un 29 % de apoyo.
En octubre de 2017 el nivel de satisfacción con el Poder Ejecutivo se ubicaba por encima del 50 % de aprobación.
En enero de este año, ese grado de respaldo se encontraba un poco más abajo del 40 %, así como descendió el apoyo a la Cámara de Diputados y el Senado, luego de diciembre pasado.
Para algunos analistas las cifras son el resultado de dos años de gobierno durante los cuales se han producido despidos de trabajadores, incremento en las tarifas de los servicios públicos e inflación.
Macri no se detiene
Pero el presidente Mauricio Macri se muestra seguro y confiado en que el camino de las reformas es el indicado y que debe continuar. Sus motivos nos llevan al momento en que asumió la presidencia.
De acuerdo con los defensores de la gestión del actual mandatario, luego de doce años de gobierno de los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, el gobierno de Macri encontró “una economía estancada con bajo crecimiento y un país sumamente desconectado del resto del mundo”.
Por ello, el conjunto de reformas iniciadas tiene la meta de lograr el “reingreso de la Argentina al mundo” y producir crecimiento económico.
Se espera alcanzar este crecimiento a través de la estabilidad y la previsibilidad, tanto para la ciudadanía como para los inversores.
Respecto al gasto social a través de planes asistenciales y subsidios a la población sin ingresos, el gobierno ha reiterado que habrá incrementos significativos.
En ese sentido, el presupuesto de este año prevé que las ayudas a la población más vulnerable tendrán un aumento nominal del 22%.
Otra promesa es que habrá una pequeña recuperación tanto en las jubilaciones como en los sueldos del sector estatal.
En este punto, el equipo de Macri insiste en que los procesos de reforma son escalonados, y por lo tanto cada reforma se mueve a su propio ritmo.
Algunos objetivos ya han sido logrados, según afirman voceros del gobierno. Por ejemplo, lo referente al fin del incumplimiento de la deuda soberana argentina.
Esto exigió medidas drásticas como llegar a acuerdos con los bonistas; la aceptación de la oferta por los tribunales federales de Estados Unidos y la sanción de una ley por el Congreso.
Todas las medidas se habían logrado para abril de 2016, lo que significó que la calificación crediticia de Argentina mejorara y las tasas de interés se redujeran.
Una de las reformas aún en marcha es la ejecución de un plan para incrementar la productividad y crear 200 mil nuevos empleos.
En este caso las metas macroeconómicas como la disminución del costo de capital y los planes destinados a brindar un abastecimiento adecuado de energía, transporte y comunicaciones son tratados en reformas individuales.
Otras reformas han tenido un evidente costo negativo pero eran necesarias bajo la óptica de Macri, como la eliminación de subsidios gubernamentales a los precios de los servicios públicos.
Esta medida provocó un aumento de la inflación y la reacción negativa de los usuarios. Se anunciaron nuevos incrementos de precios en los servicios públicos lo que induciría a una mayor reducción de subsidios.
El equipo económico de Macri espera que la meta de inflación será reducida a un dígito hacia el año 2020, con un objetivo final del 5 por ciento.
Reducción del Estado
En paralelo, Macri anunció otras medidas bastante drásticas dentro del propio gobierno. Se trata de una reducción de más del 25% de los cargos políticos del Estado, lo que significan más de 600 puestos.
Conjuntamente, congeló por un año los sueldos de ministros, secretarios y subsecretarios del Ejecutivo y reordenará la estructura política de la Nación.
La modificación avista una reducción de subsecretarías y la desaparición de unos mil cargos permanentes en los ministerios.
Del mismo modo, la Casa Rosada aspira a ahorrar unos 1500 millones de dólares por año con la poda de un 25% de puestos políticos
Todo lo anterior busca reducir el tamaño del Estado y continuar con un plan de desburocratización.
Pero implica además que Macri no tiene ninguna intención de frenar el paso de su serie de reformas.
Los retos continúan
En todo caso, promesas económicas del gobierno de Macri como la disminución de impuestos, reducción del déficit fiscal y el aumento de los niveles de ocupación se mantienen firmes y se espera cumplirlas, siempre y cuando la economía argentina mantenga un ritmo de crecimiento plausible durante unos años.
Los retos continúan siendo los mismos a la hora de alcanzar el tan anhelado crecimiento económico: luchar contra un monumental gasto público que envuelve una carga impositiva muy fuerte y un alto costo laboral.
Por eso tendrá que convencer a los inversores de que habrá cambios de fondo sin medidas intervencionistas.
La llegada de estos inversionistas como consecuencia del cambio político y de una administración sana es una de las materias pendientes del mandatario.
Sin embargo, es algo que no termina de lograrse y, de acuerdo con observadores especializados, los avances vistos en la nación sureña en 2017 se explican más por un avance de las obras públicas y no por la participación del sector privado.
El gobierno de Macri afirma que en 2018 la tasa de inversión se ubicará en 17%, lo que analistas consideran un número reservado en comparación con los máximos de 24 por ciento logrados tras la salida de la crisis de 2001.
Pero aún así esa meta es puesta en duda por economistas.
Por eso tendrá que aprovechar la debilidad y las divisiones internas del sindicalismo y el peronismo para triunfar en cuestiones como la flexibilización laboral.
Por eso deberá seguir agregando al sector privado en la subvención de obras públicas, para mantener el ritmo de inversión.
Por eso está obligado a bajar eficazmente la inflación, que en 2017 se saltó 6 puntos porcentuales por encima de la meta trazada por el Banco Central de Argentina.
Y todo tendrá que lograrlo a pesar de las opiniones adversas de la mayoría de los argentinos.
Y es que Mauricio Macri confía en que al final los resultados le darán la razón más allá de los sondeos de opinión. ¿Lo logrará?